La procesión, ese ritual anual que las personas cristianas devotas siguen con gran pasión. Desde la puerta de su casa, un vecino observa a los bestas, cuyas figuras ocultan sus rostros tras largos capirotes.
Un fotógrafo resguardado y a hurtadillas fotografía a un trio de bestas, dos de ellos tienen el rostro cubierto por el capirote, y el tercero un joven que aún no tiene la edad para cubrirse la cabeza.
Un padre y su hijo observan con atención la procesión. A su lado, la madre poco visible, también sigue el desfile con gran interés.
Una breve pausa en el desfile, instante que las espectadoras de primera fila aprovechan para compartir las últimas novedades del vecindario.
Un anda que representa a Jesús de Nazaret, cargando la cruz y escoltado por un guardia romano, es capturado por la cámara de un viandante.
Un instante capturado durante la procesión, un guardia conduce a Jesús de Nazaret, atado. Los curiosos, testigos de la escena, inmortalizan el momento con sus teléfonos móviles.
Durante la semana fallera, las turistas, a pesar de la lluvia, se juntan para contemplar los vistosos monumentos.
La plaza se llena de visitantes, atraídos por el deslumbrante manto de la Virgen, creando un ambiente de asombro y devoción.
Una persona emerge de entre figuras extrañas, sale de un siniestro laberinto. El aire fresco llena sus pulmones, liberando la tensión acumulada.